Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.
Regresaba
-¿Era yo el que regresaba?-
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orrillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!
...Nosotros sostenemos que soñar continúa siendo una práctica subversiva, con una deliciosa pero lícita peligrosidad; un hábito difícil de erradicar, cuya ternura y perserverancia sigue teniendo la innata capacidad de conmover y abrir ranuras, por pequeñas que sean, en corazas bien armadas y aparentemente impenetrables...
Selecciona ..............mi ojo el objeto Ni el caudal de voces ni el chirrirar de los goznes pueden evitar el más privado gesto erótico de seleccionar.
El ojo - marco se detiene junto a la puerta de la realidad (nada encuentra, el pobre)
Sólo un silencio sin sonido que aquel ojo mío no puede reconocer. Y así nada selecciona. Y así cree que no ve. Que es pobre-de-mundo
El ojo-marco no puede sospechar la riqueza de otros reinos que deleitan de melodías.